El Ancla Dorada era un popular almacén de ramos generales, propiedad de Eduardo Gordon. Por este cantón (el 2 de enero de 1865) lograron ingresar a la Plaza los brasileños, mediante boquetes que habían sido realizados por el Ejército de la resistencia. 

Gordon fue un escritor y poeta sanducero que rindió homenaje a la ciudad Heroica y su "Nueva Numancia" fue el primer libro que relata la gloriosa Defensa. Su madre, con el fin de encaminarlo en la vida comercial había solicitado a su yerno, el Doctor Don Vicente Mongrell, la construcción de una casa de material con fines comerciales. Este sencillo edificio confiado a la firma Bernardo Poncini y Cía. con un costo de ocho mil pesos, terminó siendo nada más ni nada menos que uno de los futuros bastiones de la Defensa.

Por curiosos designios, este emblemático local comenzó siendo el lugar de reunión de los que en un futuro inmediato se alzarían en armas contra el gobierno constitucional, hechos no fueron ajenos al General Leandro Gómez, quien sabedor de las reuniones revolucionarias que allí se llevaban a cabo logró que fueran expulsados hacia el destierro los revolucionarios contertulios.