Considerada uno de los pulmones verdes de la ciudad, la Plaza Acuña no es solo un espacio para disfrute y recreación familiar, sino también un rincón donde se resguardan un montón de historias y memorables anécdotas de las cuales les contaremos en este artículo.
Setembrino Pereda, notable investigador histórico de Paysandú, en su obra Paysandú y sus progresos (1895) señalaba que en 1834 se había fundado la Plaza Independencia “ubicada entre las calles Colón, Río Negro, Asamblea e Independencia”. Años después, Rubens Stagno, referente contemporáneo intachable en materia de investigación del Patrimonio sanducero, decía que Pereda cometió un pequeño error con respecto a la denominación de la calle lateral sur de la plaza, ya que desde 1855, la Junta Económica Administrativa la había denominado con el nombre de “Gral. Artigas” en homenaje al prócer.
Al respecto, agrega Stagno, que dicha denominación es una de las pocas que mantienen su nombre original, como es también el caso de calle Treinta y Tres.
Lo cierto es que la ciudad de Paysandú, fue la primera del Interior en la cual se homenajeó con el nombre del Jefe de los Orientales a un espacio público. Y en este caso no hablamos solamente de una calle, ya que la Plaza Independencia (a la cual Pereda hacía referencia) pasaría también a denominarse con el nombre de José Artigas. Desconocemos la fecha o el año en que ello ocurrió, pero lo cierto es que así fue hasta la década del ´40.
De la Plaza Artigas a la Acuña
Francisco Acuña de Figueroa es considerado el “primer poeta nacional”. Nacido en Montevideo en 1791, se convertiría años después en el autor de la letra del Himno Nacional de nuestro país (también del himno paraguayo) luego de ofrecer su ayuda en 1828 al Gobernador Provisorio José Rondeau.
El himno se presentaría en 1830 tras la Jura de la Constitución, aunque en realidad eso ocurrió tres años después, mientras que la música se aprobaría por decreto recién en 1848. También hubo una historia polémica en torno a la autoría de la melodía, ya que el decreto le atribuyó la misma a Fernando Quijano, un militar, actor y músico aficionado que casualmente murió en Paysandú. La música también fue intervenida por Francisco José Debali, un compositor húngaro que se había radicado en Uruguay poco antes del nacimiento de la República.
Stagno resalta una particularidad respecto a esos dos personajes. Ambos tuvieron hijos radicados en Paysandú. De hecho, en el caso de Debali, su hijo José fue contratado por Basilio Pinilla (Jefe político de Paysandú) para dirigir la Banda de la Compañía Urbana, razón por la cual hoy la Banda Municipal lleva su nombre.
Lo cierto es que desde 1941, Paysandú decidió homenajear a Acuña, denominando a la ex Plaza Artigas con su nombre. Y que diez años después, se instaló allí el Monumento al Himno Nacional construido en granito gris, bella obra del escultor español Pablo Serrano y Aguilar, que fue inaugurado con la presencia del entonces Presidente de la República, Andrés Martínez Trueba.
Hete aquí otra importante anécdota que relaciona a Paysandú con el Himno Nacional: el 12 de octubre de 1915 en el entonces Teatro Progreso (años después Florencio Sánchez) se ejecutó la partitura completa del himno por primera vez en la historia del país.
Por otra parte, vale mencionar que desde el mismo momento en que se denominó Plaza Acuña a la vieja Plaza Artigas, el nombre del prócer se le asignó a las dos manzanas que se convirtieron en lo que es hoy la actual Plaza Artigas, atravesada por la avenida 18 de julio a la altura de Entre Ríos. En ese punto exacto, se había erigido en 1925 el Monumento al Jefe de los Orientales, obra del italiano Ezzio Cecarelli.
Las tipas (hoy centenarias) y el busto de Artigas
Stagno también recuerda que en 2004, el diario El Telégrafo publicó un artículo referido a la historia de los centenarios árboles que embellecen y le dan sombra a la Plaza Acuña.
El artículo periodístico da cuenta de que en agosto de 1911, en la esquina de 18 de julio y Asamblea (hoy Setembrino Pereda) se encontraron cientos de escolares provenientes de diferentes puntos de la ciudad. ¿El motivo? Conmemorar el Día del Árbol, coincidente con los 100 años del inicio de la Revolución Oriental. La columna avanzó hacia la Plaza con nombre de prócer y los niños se distribuyeron por la misma, plantando 150 árboles.
Esos árboles son los que han convertido con el paso del tiempo a la Plaza Acuña en uno de los pulmones verdes de la ciudad. Son tipas, una especie originaria del norte de Argentina, Brasil y Bolivia de floración amarilla-anaranjada (en los meses de noviembre y diciembre) que fue muy difundida entre fines del siglo XIX y comienzos del XX por el urbanista paisajista Carlos Thays.
Stagno se ha referido también a la existencia de un busto del prócer que fue donado por Rotarios de Boedo (Buenos Aires) en 1981. Ese busto fue vandalizado quedando durante décadas solamente la placa, pero en 2011 se volvió a reinstalar una réplica del mismo.
Fuentes consultadas: “Paysandú al rescate de patrimonios olvidados”, Rubens Stagno (2013) y archivo El Telégrafo.
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