Hay quienes señalan que, durante el sitio a la ciudad, sus cimientos sirvieron como trincheras para la resistencia. Lo cierto es que, luego de varios años de construcción, en 1876 abrió finalmente sus puertas bajo el nombre “Teatro Progreso”. Dicha denominación continuó hasta comienzo de los años veinte cuando tomó el nombre de Florencio Sánchez. El imponente escenario fue otra de las obras de Basilio Pinilla, a quien se lo recuerda como uno de los grandes impulsores del desarrollo de la ciudad. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1975.

​

¿Alguna vez oíste hablar de Humberto, el fantasma del Teatro?

 

Silbidos, puertas de baños y camerinos que se cierran solas, pianos y sillas que se corren son atribuidos a un fantasma al cual denominaron “Humberto”.

Para algunos, es el espíritu de uno de los tantos caídos durante la Defensa, dado que debajo de las tablas del Florencio existe una zanja donde fueron a parar cientos de combatientes.