El primer episodio nos trasladó a esta esquina céntrica de la ciudad, epicentro de hechos históricos de gran trascendencia, donde se encuentra la Plaza Constitución (originalmente denominada "Plaza de la Libertad") testigo de tres sitios y también de otros episodios de resistencia más recientes.
Por la misma calle Zorrilla, donde hoy funciona una tienda (anteriormente, entre otros usos, funcionó una cadena de hamburguesas internacional) se encuentra una pequeña placa colocada por la Comisión de Patrimonio Departamental. Dicha placa es la primera de lo que se denominó -por parte del histórico ciudadano Don José Rivero Horta (fallecido en 2021)- como Camino a la Inmortalidad.
Estas placas recuerdan momentos que ocurrieron el mismo 2 de enero de 1865, día en que la plaza fue tomada por los brasileños tras el sitio 1864-65.
En esta esquina se encontraba el Cuartel de Guardia, y poco antes del mediodía, en aquella calurosa jornada -según consta en diarios de guerra de época- en ese punto se encontraba Leandro Gómez intentando escribir una nota de tregua a Tamandaré y Flores, con la intención de poder enterrar o quemar los cuerpos de los caídos en batalla.
En ese mismo instante irrumpió un soldado de la Defensa y le informa: "General, no hay tiempo para treguas, la plaza ha sido tomada por los enemigos". Así es como entonces, Leandro Gómez y sus oficiales, quedan en manos de los brasileños, comenzando el recorrido rumbo al puerto, por lo que hoy es la calle principal de nuestra ciudad. Para el Almirante Tamandaré, esos enemigos caídos en batalla pasarían a estar presos en su buque. En el momento en que los extranjeros asaltaron la plaza, Leandro Gómez solicitó valientemente que se les respetara la vida a los valientes soldados que habían peleado a su lado, que para él no pedía nada. Esta es una de las referencias que se mencionan en el primer mojón del Camino a la Inmortalidad.
Pero en el trayecto, a la altura de lo que hoy es 18 y 19 de abril, el destino cambiaría. Allí se cruzaron con soldados del ejército de Flores, puntualmente por uno de nombre Francisco Belén, enviado por Gregorio "Goyo Jeta" Suárez y el final sería otro...
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